Busco, sigo buscando entre las esperanzas de un recuerdo.
Ato mi razón, descuelgo de ella un sinsentido.
Te escribo.
Dejo
pasar entre las teclas de la máquina los afectos más reprimidos. Hoy
estoy ágil como una paloma entre los buitres. Como una paloma a punto de
ser decapitada por la paz.
Soy
todavía blanco en la esperanza de ser múltiple, y sin embargo un
ajetreo en mis entrañas anuncia el espacio nocturno para mis ojos, fuera
de mí, volando a ras del cielo, desorbitados, a punto de caer.
Inmaculado
licor, entre tus piernas de gacela perdida, de gacela abierta a los
manantiales, de gacela estropeada por la civilización.
Busco entre los recuerdos una esperanza y no encuentro recuerdos.
Desbaratado plan el de mis locas intenciones.
Escribir
también contra mí mismo. Tanta locura. Tanta alegría en medio de tanta
locura, más que tocar fondo, me elevo desesperadamente entre los astros.
Espuma de cielo, me dejo comer por el vacío.
Soy
una de las últimas astillas de la tierra, ya no puedo volver, ni
detenerme. Hacerme fuego, es mi destino, incendiar, también, el
universo.
Fresas
y fresnos marinos, ínfimo trópico de deseo. Aleteo fugaz contra las
olas y también contra el viento. Me imagino tantas veces sentado en una
silla para siempre, ligando el mundo entre mis letras. Páginas como
gigantescas olas oceánicas.
Lento devenir, entre las letras como si fuera entre montañas y valles del sol y los ríos cortando por el medio toda una ciudad.
Tejo una red de versos incalculable.
No haga ningún esfuerzo, escapar es imposible.
Teja conmigo amablemente.
Lo
grande sólo asusta a los solitarios. Deje que sus ojos se vuelen de sus
órbitas. Hágase universal, recorra el espacio celeste, fuera de sí.
Cielo y vértigo para sus ojos desorbitados.
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